Ante un cambio de época, en el que vivimos tiempos de incertidumbre y sólo nos aferramos a pequeños archipiélagos de certeza (Morin, 1999), es necesario replantearnos nuestra práctica docente, explicar las condiciones sociopolíticas del acto de educar, definiendo las cualidades del docente para atender las necesidades de las nuevas personalidades en el aprendizaje.